Siempre que voy al médico, ya sea por un simple resfriado, gatroenteritis leve, afonía aguda, mocos asesinos o un asustadizo dolor de pecho, espero un buen rato, de media a hora entera, ya sean dos personas o veinte las que estén delante mía, hasta que por fin entro en la consulta le cuento a mi médica lo que me ocurre y en cinco minutos, listo, ya estoy fuera, de camino a la farmacia, si es el caso, o a mi casa. Tengo la sensación de estar sanísima y preocuparme por simples síntomas que ni siquiera son patológicos, o ser tontísima.
viernes, 17 de diciembre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario