domingo, 29 de noviembre de 2009

Allá voy!!

Voy para allá arriba, no sé si está vez podré ver el mar, el fiordo como ellos lo llaman, así, o esta vez lo vea congelado....
Lo que veré son muchas luces de Navidad, muchos rubios y espero ver también la nieve sin quedar congelada allí, pues el pronostico es de -7º y -8º para alguno de los próximos días, ayssss!!! Eso sí seguro que luego este invierno no paso frío!!
Hi, hi Norge!!

sábado, 28 de noviembre de 2009

Incubo??

Estabas prometido desde hacía más de un año, y dentro de poco te casabas en una ciudad costera del sur. Pero pocos días antes cancelabas la boda. Yo, no sé cómo, estaba allí, vi a la novia, envuelta en un mar de lágrimas, rodeada por todo su vestuario de boda. Ni ella me parecía muy guapa, ni bonito su vestido, me parecía demasiado pomposo para mi gusto. Pero me compadecí de ella, me acerqué y le dí un abrazo, y le dije que lo sentía mucho, ella me miraba extrañada sin saber quién era, pero aceptando mis palabras.
Luego no podía parar de pensar que hacía un año me habías conocido a mi, y haciendo mis cuentas me intentaba demostrar a mi misma y convencer que todo esto era por mí, que yo era la causa de la cancelación de la boda. Y eso era algo que me gustaba y disgustaba a la vez, era algo incómodo pero en el fondo me alegraba. Intenté hablar con él, contigo, para aclararlo todo, para preguntarle.
En ese momento me desperté. Todo era un sueño, y ni siquiera sé si tienes novia, pero todo indica que estoy algo obsesionada...

martes, 24 de noviembre de 2009

Volver


Entonces era verano, Sommer, aunque llevara un chubasquero y ese día lloviera, pero no todos los días llovía, salía el sol a menudo y entonces veías, te rodeaba una una luz increíble, se contemplaba la naturaleza en todo su esplendor y grandeza.


Dentro de poco volveré a pisar ese suelo, unos años después, en otras circunstancias, en otra estación, esta vez sí hará frío y con suerte hasta estará cubierto de nieve. Estoy muy emocionada por volver a tierras escandinavas, ver a los amables y educados vikingos, empaparme de su tranquilidad y cultura todo lo que pueda, y disfrutar de su increíble naturaleza.



domingo, 22 de noviembre de 2009

Triste despedida

Nunca imaginé que me afectaría tanto, la verdad es que nunca pensé que nos despediríamos de ti. Sabía que tarde o temprano ocurriría, pues estas cosas pasan, es ley de vida, pero no pensé que dolería tanto, y nunca pude imaginar como sería. Cuando oyes que alguien lo ha pasado muy mal porque su mascota, su perro, su gato ha muerto, parece exagerado, pero no, se siente de verdad.

Hace más de quince, 15, años que eres uno más de la familia, porque eras uno más. Antes que nacieras mis hermanos acudían todos los días a casa de Marina, la dueña de tu mamá, para ver si habías nacido. Cuando por fin naciste, mis hermanos que entonces eran unos críos, te eligieron entre todos los negros por tener las patitas blancas, y una pequeña mancha también blanca en el lomo. Como era verano íbamos casi todos los días a verte. Cuando te trajeron a casa eran las fiestas del pueblo, y no parabas de extrañar y llorar, y yo que entonces estaba en mis más loca adolescencia me quedé contigo toda la noche, consolándote, protegiéndote, arrullándote. No querías dormir en la cesta que te preparó mamá en la terraza de la cocina, y siempre alguno te abría la puerta para que dejaras de llorar, hasta que al final acabaste durmiendo debajo de la cama de papá y mamá. Aprendiste a darnos la patita cuando te lo pedíamos, a ser un pesado y no dejarnos comer pidiéndonos comida de la nuestra hasta la extenuación. Te escapaste unas cuantas veces y siempre te encontramos, en el pueblo cuando veías la puerta abierta salias corriendo, pero volvías te ponías a ladrar delante de la puerta hasta que te abríamos. Cuando yo volví de mi erasmus lo celebraste con grandes saltos, ladridos, alaridos, brincando entre mi maleta y la ropa, nunca nadie se alegró tanto de verme. Me hiciste compañía cuando me quitaron las muelas del juicio, cuando me veías llorar por mal de amores venías a consolarme. Te peleaste con perros más grandes, siempre más grandes que tú, hasta que te hicieron daño de verdad, te pusiste malito, pasaste varias enfermedades, pero esta vez tu corazoncito no aguantó, eran muchos años ya, aunque de aspecto no parecieras tan mayor, el pelo te brillaba mucho ultimamente y te crecía en aquellas partes donde ya lo habías perdido.

Pensamos que saldrías como otras veces, que lo ibas a superar, incluso yo te vi muy bien ayer cuando te fuimos a buscar. Pero no, hoy otra vez te costaba respirar y te llevaron al veterinario y unas horas más tarde llamaron a mi hermano para darle la noticia. Todos lloramos, papá, mamá y todos mis hermanos. Por la tarde fuimos a despedirnos de ti, parecías dormidito, tan bonito como siempre, mi hermano pequeño y yo nos quedamos contigo acariciándote, observándote, tocándote por última vez, intentando memorizar cada parte de tu cuerpecito. Aunque será muy difícil olvidarte, tenemos muchos recuerdos contigo, has pasado casi media vida mía con nosotros, sabes que tienes tu sitio en nuestra familia, y te vamos a echar mucho de menos. Ya te estamos echando de menos.

Estas son las últimas fotos que tengo contigo, son de este verano, ojalá tuviera alguna de este otoño, pero al menos me alegro de haber estado estos últimos días en casa.




viernes, 20 de noviembre de 2009

Juana*

Consiguió colarse en una de las charlas que él suele impartir. Se mezcló entre el barullo y tumulto de la gente, tras el pequeño descanso que habían tenido, y se situó en las últimas filas, ni demasiado cerca para ser vista, ni demasiado lejos para no ver nada. No es que no tuviera interés en el tema a exponer ese día, lo que realmente le interesaba era quién presentaba, quién explicaba ese día y a esa hora.

Desde el momento que él cruzó el umbral de la puerta, Juana ya no veía nada más, y no le quitó ojo en toda la hora y media que tenía asignada. Pudo observarle detenidamente, tranquilamente, pausadamente, sin ningún temor, sin ninguna vergüenza, recreándose con su imagen, deleitándose con su voz, su expresiones orales y corporales. Observó que para la ocasión se había afeitado, llevaba una camisa que le daba un toque más formal de lo habitual, pequeños detalles que a Juana no le pasaban inadvertidos, y le hacían derretirse aún más por dentro. Se sentía como en aquella película de Indiana Jones, en que las alumnas se dibujaban unos corazones y la palabra LOVE en los párpados, con la diferencia que ella no estaba en una película y no era su alumna. Quería parar el tiempo y quedarse así siempre escuchándole, observándole, su nariz, sus labios, sus ojos, su pelo, sus expresiones, su perfecto acento inglés.

Pero terminó, se despidió y se fue.

Juana está coladita por sus huesos, es una evidencia, se volvió a confirmar a sí misma.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Manuela

Lo pasó muy mal cuando su marido después de 25 años de matrimonio, más otros 7 de novios, un día la dejó. Era un domingo y volvían a casa por la noche después de cenar en uno de los lujosos restaurantes a los que acostumbraban ir. No conversaban de nada en concreto, simplemente volvían a casa en el lujoso coche, la última adquisición de su marido, uno de los últimos modelos de la casa Mercedes. Manuela le preguntó:

-Cariño, quieres que vayamos el próximo domingo a comer
a casa de la niña?
-No lo sé.
-Viajas el próximo fin de semana?
-No, no lo sé.
-Cariño, estás bien, te noto raro, como ausente?
-No, no estoy bien.
-Cariño, qué te pasa?
-Creo que ya no te quiero.



Manuela notó como se abría el suelo a sus pies de repente y todo cada vez era más y más oscuro. Alfonso seguía hablando, exponiendo sus razones, que si quería hacer muchas cosas que nunca había tenido tiempo de hacer, y que si ella se había dejado mucho y apenas se arreglaba, y muchas más cosas que Manuela oía como quien oye llover, apenas sin gesticular, sin moverse, estaba en estado de shock, estaba en otra dimensión, en otro mundo en el que si se movía lo más mínimo todo se volvía negro.


Llegaron a casa, no volvió hablar en todo el camino, no dijo nada, no le replicó ni reprochó nada, salió del coche con la mirada perdida, entró directamente en su habitación, pasó al baño de la habitación, abrió la puerta del armarito donde guardaba el botiquín y medicamentos varios, y se tomó todas las pastillas de trankimacín que quedaban. Volvió a su cuarto y tumbo sobre la cama sin siquiera desnudarse o desvestirse, con los tacones, gafas, abrigo, bolso y todos los complementos que llevaba.


Cuando despertó estaba en la cama de un hospital, rodeada de sus tres hijas y el todavía su marido.

sábado, 14 de noviembre de 2009

De niña


De pequeñita no entendía muy bien para que servía ese aparato con el que me observaba y llamaba mi papa, yo miraba para otro lado, no es que fuera vergonzosa, que tal vez lo fuera un poco, pero no estaba acostumbrada a las fotografías como los niños de hoy en día. Pero me acuerdo muy bien de ese vestidito que me compró mi mamá con los dibujitos de bambi saltando alrededor mía.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Oh!!

Si necesitáis ir elegantes y con la cabeza alta y calentita, que mejor que este sombrero ditinguido, agraciado y femenino, que me recuerda mucho a los sombreros tipo cloche de los locos años veinte. Si alguien se ofrece a traérmelo, yo lo llevo gustosa y muy airosa.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Adiós

Adiós a tres grandes que se han ido esta semana, José Luis López Vázquez, Francisco Ayala, y Claude Lèvi-Strauss. Cada uno en su materia, ha aportado mucho a la Cultura con mayúsculas. Los dos primeros sobre todo a la ibérica, y el último a la occidental y mundial por sus estudios antropológicos.
Ya pertenecen a la Historia, también con mayúsculas, ya pertenecían.
Mi más sentido homenaje a los tres.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Principio y fin

Hoy es el final de mi antigua vida y el comienzo, el inicio de mi vieja nueva vida. Porque nueva nueva no es, tiene algo de vieja, de antigua, aunque yo no lo quisiera. Dejo con pena, con mucha pena la que ha sido mi vida hasta hoy, el que ha sido mi sitio en los últimos años.
Todas las despedidas son tristes, y yo siempre me pongo muy triste en las despedidas.
Fui feliz, pero no del todo, por eso es el final.
Espero que la nueva vida me sonría.