Su nombre es uno de los más comunes, no se había dado cuenta hasta entonces, hasta que se fijó en él, hasta que la obsesión por él empezó a ocupar casi todos los planos de su vida. No se dio cuenta de lo común que era su nombre hasta que quiso olvidarle, pero era imposible. Su nombre siempre resonaba por algún lado, en la televisión era incontable, infinitas veces podía ver su nombre, el director de la película, o el guionista, o el regidor, o varios o todos tenían el mismo nombre... era insufrible, pues cuando se hacía fuerte entonces veía y oía su nombre por todos lados. Eso sin contar con sus amistades: más de uno con ese nombre, sus familiares, varios llevaban su nombre, sus conocidos, amigos de amigos, personajes famosos, gente con la que tenía que hablar en alguna que otra ocasión, por trabajo o diversas circunstancias. La lista era interminable, tan interminable como la locura que empezaba a sentir, la lucha interna por olvidarle o caer rendida a sus pies derretida cual mantequilla en el desierto de sáhara, cada vez que oía su nombre aunque no se refiriese a él.
Así es imposible, no podría tener un nombre raro, estrambótico, estrafalario, inverosímil, ridículo, que no hiciera recordarle cada medio minuto!!! Se lamenta la pobre Julia, mientras lee quien es el autor del artículo que acaba de leer.