Porqué no le habré preguntado nada? se decía María una y otra vez. Porqué no le habré preguntado a él por la sala de audiovisuales? se volvía a repetir María, estaba buscando la sala de audiovisuales cuando le vio: le pregunto a él? le pregunto a él? o no? Como siempre, no se atrevía a preguntarle nada. Finalmente optó por preguntarle al seguridad, que muy amablemente le indicó donde estaba la sala que buscaba.
Pero antes de encontrar dicha sala, pasó unas 4 ó 5 veces por delante de la puerta, de la persona a la que no se atrevía a preguntar nada.
Cuando finalmente, salía de la sala de audiovisuales para volver a su puesto, dicha persona salía de la sala contigua, por un instante sus miradas se cruzaron, María le saludo, un saludo apenas imperceptible, tan imperceptible que el otro ni contestó, pues le preguntó a otra persona por no sé qué datos que necesitaba. María se dio la vuelta, y se fue hacia su puesto en otra planta.
Cuando llegó a su puesto, pensó que había hecho bien en no preguntarle nada, es un estúpido, ni siquiera me ha devuelto el saludo!. Aunque en el fondo estaba contenta por haberle visto.
Más tarde pensó: qué hacía en sala contigua, si no hay nada?, está vacía! y su imaginación se disparó, se imaginó que estaba ahí sólo para verla, para cruzar su mirada, y su cuerpo sólo un instante con ella.
A su alrededor comenzó a ver pajaritos cantando alegremente, el sol brillaba con más fuerza todavía, flores de colores, luces, música celestial.... pobre María era tan ingenua, inocente y soñadora!
El resto del día María estuvo trabajando con mucha alegría, se fue muy contenta a casa, con una ración de alegría que le duraría unos días.
Pero antes de encontrar dicha sala, pasó unas 4 ó 5 veces por delante de la puerta, de la persona a la que no se atrevía a preguntar nada.
Cuando finalmente, salía de la sala de audiovisuales para volver a su puesto, dicha persona salía de la sala contigua, por un instante sus miradas se cruzaron, María le saludo, un saludo apenas imperceptible, tan imperceptible que el otro ni contestó, pues le preguntó a otra persona por no sé qué datos que necesitaba. María se dio la vuelta, y se fue hacia su puesto en otra planta.
Cuando llegó a su puesto, pensó que había hecho bien en no preguntarle nada, es un estúpido, ni siquiera me ha devuelto el saludo!. Aunque en el fondo estaba contenta por haberle visto.
Más tarde pensó: qué hacía en sala contigua, si no hay nada?, está vacía! y su imaginación se disparó, se imaginó que estaba ahí sólo para verla, para cruzar su mirada, y su cuerpo sólo un instante con ella.
A su alrededor comenzó a ver pajaritos cantando alegremente, el sol brillaba con más fuerza todavía, flores de colores, luces, música celestial.... pobre María era tan ingenua, inocente y soñadora!
El resto del día María estuvo trabajando con mucha alegría, se fue muy contenta a casa, con una ración de alegría que le duraría unos días.