Se asomó a la ventana, a respirar el fresco aire de la noche tras un día muy caluroso, regado con la lluvia que dejó el bochorno.
Se acordó cuando tiempo atrás también se asomó a la ventana, a otra ventana, en otro país, y vio cómo habían cambiado sus sentimientos, como habían mudado, e irremediablemente se sentía mal, muy mal. Tal vez culpable. Pero cada vez la situación se hacía más pesada, más insostenible. Y al final siempre le quedaba un poso de tristeza.