viernes, 5 de marzo de 2010

Julia [ VII ]

Julia sigue arreglándose por las mañanas, combinando en color los vestidos con las chaquetas y pañuelos, pintándose el ojo y dándose rubor en las mejillas. Porque yo lo valgo, se dice a sí misma mirándose al espejo. Se repite una y otra vez, que ya ha perdido la esperanza de algún acercamiento, ha pasado demasiado tiempo y sigue sin pasar nada, vuelve a repetirse.

En el fondo se engaña y sigue tan coladita por él como el primer día que lo pensó. Pero aún así vuelve a decirse que no, que ya no le gusta, que tiene que dejar de pensar en él, y que no puede permitirse fantasear con él, Cuando alguien no te gusta, no fantaseas con él!!. Se autoengaña. Aunque ya tiene muchas costumbres adquiridas que hace sin pensar, como una autómata, sólamente para encontrarse con él.

Aquel día llevaba ese vestidito granate que tanto le gusta, y se le ciñe al cuerpo como un guante de piel marcando las curvas que le averguenzan un poco. Llamó al ascensor para subirle a su jefe aquellos informes que necesitaban, cuando al abrirse las puertas, oh, sorpresa! estaba lleno, y una de esas personas era él. Nerviosa, se metió y acurrucó en un rinconcito intentándo pasar desapercibida. Cuándo de repente empezó a sonar una alarma muy escándalosa y una voz que ritmicamente repetía un protocolo. Juana se asustó mucho, no sabía que pasaba, no entendía nada, y menos cuando vio como sus compañeros, muy tranquilos y divertidos empezaron a reirse. Y entonces comprendió que había sido ella, bueno más bien, sus curvas traseras las que habían activado el botón de emergencia. Muy abochornada, nerviosa y asustada sólo veía una sucesión de imágenes rídicula: los bomberos llegando apurados para descubrir que no había nadie atrapado en un ascensor, sólo una falsa alarma provocada por unas nalgas femeninas, con las consecuentes risitas y mofas a las que se vería sometida. La policía también llegando para socorrer y encontrándose con dicho pastel. Su jefe enfadadísimo por todo áquel guirigay que había montado sólo por subirle aquellos malditos informes!!! Dando a entender que era una inútil.
Pero nada de eso ocurrió, sus compañeros muy divertidos salieron del ascensor y Julia subió a la siguiente planta a entregarle al jefe los susodichos informes. No fueron los bomberos, ni la policia, ni su jefe le reprimió, ni le llamó inútil.

Volvió a su sitio, esta vez bajo por las escaleras, frente al ordenador respiró hondo y esbozó una sonrisilla.

1 comentario:

Tracy dijo...

Qué bonito!!!
Me ha parecido ver a Julia.