martes, 16 de marzo de 2010

No pude evitarlo

Andaba buscando un vestido para una boda -todavía estoy en ello- cuando entré en una tienda para echar un vistazo y ver que vestidos tenían que armonizen y  coordinen con los zapatos que ya he comprado, cuando los ví (realmente no sé quién vió primero a quién). Unos preciosos zapatos  negros abotinados, con un tacón de vértigo, me miraban con ojitos. Me los probé y paseé con ellos un rato. Me lo pensaré, le dije a la amable dependienta. Son muy bonitos, cómodos y una oportunidad, todavía están rebajados, me contestó ella. Sí, sí, pero venía buscando un vestido, bueno lo pensaré, muchas gracias.

No dejé de pensarlos, con que combinarlos, buscando imaginádamente ropa en mi  armario para los preciosos zapatitos abotinados. Soñé con ellos aquella noche, aquellos taconcitos me suplicaban, me imploraban que los llevara conmigo, hacer compañía al resto de zapatitos y tacones en mi haber. Al día siguiente me levanté pensando en los dichosos zapatos abotinados, y por la tarde me fui por ellos. No pude evirtalo. Ya están en mi manos, listos para poner y embellecer mis pies.

Podéis decirme entonces, cómo evitar ir por un vestido y volver con unos zapatos??

2 comentarios:

ladytacones dijo...

Pues te diría que has hecho bien: a veces los zapatos son los que te escogen a ti y es imposible resistirse. Suelen ser bastante tozudos.

Tracy dijo...

A mí me suele ocurrir "que me llaman", y como ésto suceda...no tienes más remedio que ir a buscarlos