Habían pasado ya dos años, pero ella no lo había olvidado, como iba a olvidarlo! Esas cosas no se olvidan tan fácilmente, me atrevería a decir que esas cosas no se olvidan. Y allí estaba ella, al pie de la sencilla lápida donde yacía su amor, desde primera hora de la mañana, saludando a la familia cercana, lejana, amistades que allí se acercaban. Ni siquiera se marchó a la hora de comer, y cuando llegaron las primeras almas para escuchar la misa por sus difuntos, allí seguía ella impertérrita, acompañando la fría lápida. Terminó la misa, se fue la gente, empezó hacer frío, a ponerse el sol, y sólo cuando el guarda fue avisarle que tenía que cerrar, se despidió dando un beso a la fría lápida y se marchó.
martes, 2 de noviembre de 2010
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1 comentario:
Tnteresante y apropiado para la fecha en la que estanos
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